El diputado provincial y presidente del bloque del PJ en la Legislatura formoseña Agustín Samaniego dijo estos días que la actual concejal Gabriela Neme hizo una presentación en la Justicia “tan endeble como sus convicciones políticas”. Y en esta frase que viene a tono con el adjetivo de traidora que muchos personajes peronistas, más bien gildistas, le han endilgado a la edil capitalina, nos trae a la memoria cómo arrancó todo este derrotero de odios y acusaciones que por ahí, muchos formoseños no entienden o no recuerdan los orígenes de tanto ensañamiento.
El fallecimiento de Floro Eleuterio Bogado el 12 de diciembre de 2017 precipitó la caída brusca de todo aquel que llegó a la función pública o un cargo en el Estado provincial de la mano del bogadismo.
Sectores del peronismo local literalmente “descabezaron” la dirigencia bogadista en toda la provincia, y antes de que sus principales referentes reaccionen, fueron echados, desterrados, apartados, y ninguneados en un meteórico trámite exprés.
Mucho supo aportar el bogadismo a la construcción política del peronismo en Formosa. La línea política arrimó incontables votos a las urnas a favor de Gildo Insfrán, pero eso para los gildistas quedó en el pasado y no fue mérito suficiente para tener misericordia.
Así vista la historia del desencuentro entre estas dos facciones políticas anteriormente “amigas”, deja entrever que no fue el bogadismo ni Gabriela Neme los que traicionaron al gildismo en Formosa sino al revés. Fue el peronismo formoseño el que le dio la espalda al bogadismo y lo hundió en lo más profundo del olvido y el rechazo.
Esto también deja claro que si el gildismo no hubiese “echado a las patadas” al bogadismo del poder en Formosa, éstos hubieran seguido siendo gildistas acérrimos y compañeros en la lucha contra todo aquello contrario a la doctrina.
Los bogadistas, como Gabriela Neme en el HCD, y como Alejandra Andraus en la legislatura, forzosamente tuvieron que convertirse en opositores porque el gildismo no le dio otra alternativa, ya que echó a todos los bogadistas de la Cámara de Diputados, incluso a aquellos que tenían la planta permanente. Otros tantos se “convirtieron” al gildismo renegando y rechazando a la línea política que los incluyó en el mundo del trabajo estatal.
Claro que es posible ver fotos viejas de Neme abrazando a Gildo o en actos del peronismo formoseño. Pero no es justo que el diputado Samaniego le diga “camaleónica” a Neme ya que la edil no se volvió opositora de la noche a la mañana o por un repentino cambio de convicciones, sino que fue prácticamente expulsada del gildismo tras la muerte de Floro Bogado.
Que esto no se entienda como una defensa de la señora Gabriela Neme, sino como un “racconto” histórico de causas y consecuencias, nada más, nada menos.
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