No hay muchos registros de personas ateas en Formosa, de alguna religión u otra, los formoseños depositan su fe en una creencia sobrenatural y profunda en su gran mayoría. Pero la creencia en lo sobrenatural va más allá para algunos, y se salen de los “ídolos” socialmente aceptados, para moverse hacia oscuras creencias que provienen de antiguos ritos afroamericanos, mitos guaraníes y costumbres reñidas con la razón misma.
Fuera de las religiones que están legalmente inscriptas en la Secretaría de Culto de la Nación, se puede hablar de tendencias sobrenaturales que ponen sobre la mesa la idiosincrasia misma de la sociedad formoseña. El debate social sobre lo bueno y lo malo se diluye en estas creencias en donde la línea entre lo correcto y lo incorrecto es difusa.
Santos con formas de calaveras humanas, o con imágenes de animales, mitad persona, mitad animal, rezos en idiomas incomprensibles, velas de colores, amuletos, no es tan alocado pensar en ello, si la palabra “payé” en sí misma es replicada una y otra vez en nuestras tierras.
Pero, ¿qué hay de verdad en todo esto? ¿La creencia es tal que la sugestión hace creer a la persona que realmente hay algo milagroso, o antinatural en lo que hace?
En los propios diarios se ofrecen “amarres eternos”, “ataduras”, “maleficios”, en definitiva, es un tema tabú del que nadie habla, pero está paradójicamente en todos lados.
En plena era digital y de las telecomunicaciones, el juego entre la realidad y lo irreal es cada vez más frecuente y peligroso. La ignorancia de meterse con fuerzas antinaturales, desconocidas, invisibles, es casi tan peligrosa como la manipulación de armas sin conocimiento.
“Movimientos” en una casa, luces que se apagan, sombras, ruidos, augurios, todo tiene un significado que está oculto y que muchos buscan encontrar, solo por curiosidad, abriendo su alma a fuerzas desconocidas que nadie se ha atrevido a descifrar, ni decir qué tan peligrosas son.
Todos, de alguna u otra forma, tenemos historias extrañas en el recuerdo, donde una explicación racional no encaja, no cierra lo ocurrido.
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